jueves, 17 de junio de 2010

Sismógrafo Zhang Heng



¿Que es un sismógrafo Zhang Heng?

Zhang Heng fue un inventor y astrónomo chino. Realizó mapas estelares, inventó el prototipo de la esfera armilar, escribía poesía... pero lo que le hizo famoso fue el detector de terremotos inventado por él en el año 132 d. C., es decir, 1700 años antes del primer sismógrafo europeo. Este artilugio, que es como una vasija, tiene a su alrededor ocho dragones marcando los puntos cardinales. Cada uno tiene en la boca una bola de cobre, al menor movimiento símico, el drágón que se orienta a él abrirá su boca y su bola caerá en la boca de su rana. El científico entonces sabrá la orientación del terremoto. Lo que no hacía este sismógrafo era medir su intensidad. Como vereís ha quedado ya un poco anticuado, pero es un invento original.

¿Por qué Cuentos del Sismógrafo?

La protagonista del relato Sismógrafo, que da nombre al libro, regala a su padre un sismógrafo Zhang Heng para su octógesimo cumpleaños. Él, sismólogo octogenario, poco a poco se va desplazando de su lugar en el mundo por una enfermedad que lo va desintegrando. El final es sorprendente, el sismógrafo Zhan Heng acabará vengándose de su crimen.

También, quise trasmitir la idea de que los cuentos están salidos de un sismógrafo, cómo si ese invento fuese capaz de contar historias y de crear personajes imaginarios, capaces de emerger del fondo de la tierra.

Torre de Hércules



Dicen que por la noche se ven brillos y luces en las ventanas de la torre, y que desde el mar y en la lejanía móvil y vibrante del agua, se refleja su único habitante. Hombre o mujer o niño o niña que se mueve de ventana en ventana como se mueven los planetas alrededor del sol. La luz naranja del ocaso se esconde entre los huecos horadados por el aire en la piedra de sus muros, que alumbra con su ojo de cíclope a los barcos que buscan la costa.
También dicen que un niño romano murió ahogado entre sus acantilados cuando la última piedra era puesta encima de las miles de piedras que la levantaron, y que el niño fue enterrado bajo los últimos fragmentos que empedraban el suelo. Y que ese niño, dicen, que ha crecido bajo la torre haciéndose un hombre, tan grande y fuerte que sus brazos y sus piernas se extienden por el suelo ahuecando la tierra, como raíces que buscan la humedad. Y que la península sobre la que la torre se alza, es el cuerpo del pequeño Hércules subterráneo que emerge a la superficie con las tres cabezas de Gerión en la mano. Y también, que ese hombre o mujer o niño o niña que va de ventana en ventana por las noches, y que ven los barcos desde el horizonte, casi desde América, es el alma del niño romano que vaga por la torre cuando subsuelo se duerme y el mar se oscurece.
Y que el faro es una estrella que se apaga, escondida en la retina del Hércules que alumbra el camino de los barcos perdidos que buscan el jardín de las Hespérides.



Homenaje a la Torre de Hércules de La Coruña al ser declarada
Patrimonio de la Humanidad


Mercedes de Vega
Madrid, veintinueve de junio de 2009

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