jueves, 23 de agosto de 2012

La ventana indiscreta por la que mira Edward Hopper


Gente al sol,  Edward Hopper (Nyack, 1882 - Nueva York, 1967)


Sí, he ido a ver a Hopper al Museo Thyssen Bornemisza del Paseo del Prado, ¡cómo no! Pero tras cocer al autor de una forma más deshilvanada, me he quedado absolutamente impactada por el conjunto, por los colores, por la luz, por sus casas vacías, por el paisaje terrestre, el más terrestre de todos los pintados por los pinces de un artista. Y cuando digo terrestre, me refiero al paisaje artificioso modelado por el hombre industrial del siglo XX. El más mecánico de los hombres de todas las épocas. Hopper es capaz de representar el corazón artificial que utiliza el hombre para transformar la naturaleza, y que lo enajena de toda naturalidad. Por eso me ha resultado Hopper tan impresionante, por su capacidad para narrar a través de sus pinturas el alma fría y desolada del hombre sin espíritu, sin conciencia, estático, como la figuras del cuadro “Gente al sol”; verdaderamente soberbio en cuanto a la luz como protagonista de la vida. La luz que parece abducir a las figuras que miran hacia ella, dejándolas vacías. Como si mirasen a través de una ventana indiscreta la nada que existe al otro lado del abismo. Solo el lector, con el libro en la mano, rompe el espectáculo pasivo de la escena. Ese hombre que lee es, a mi criterio, el punto de ruptura con la realidad.

HOPPER
Museo Thyssen Bornemisza. Madrid.
Del 12 de junio al 16 de septiembre de 2012