sábado, 17 de marzo de 2012

Su risa tonta




Me desperté. No había amanecido. Las imágenes del sueño todavía dibujaban en mi cabeza su risa tonta, su mirada anodina, sus labios finos y amarillos. Vi lágrimas azules sobre la arena de su cara en una playa desierta del norte de España. Y las olas borraban su rostro en el infinito de mi sueño.
Me di la vuelta. Le vi a mi lado con su risa tonta, roncando y con la boca abierta.
Ya no soñé nada. Me fue imposible volverme dormir.











Ilustración: Marc Chagall, Promenade, 1918.