martes, 19 de octubre de 2010

Alzheimer

Alzheimer I

Llegó al mostrador de facturación algo fatigado de tanto andar por los largos pasillos colapsados, pidiendo perdón con amabilidad, a la gente que se apretaba en sus filas sin dejar pasar a nadie. Después de tropezarse con varios carritos cargados de maletas, llegó a su ansiada meta el uno de agosto. La azafata miró asombrada su billete y le dijo con cariño que su avión había despegado el año pasado. El hombre, con ojos de incredulidad, lo guardó en el abrigo y se fue para casa. Pensó para consolarse que un olvido lo tiene cualquiera.




Alzheimer II

El uno de agosto llamó a un taxi. Le dijo al conductor que le llevara a…, bueno, a ese lugar donde hay tantos aviones. El taxista le dejó en la puerta de un enorme edificio. El hombre, se maravilló al ver las aeronaves colgadas en los altos techos del…, curioso, al ver esos cacharros metálicos se acordó del nombre: eso es, aeropuerto, ¡estaba en el aeropuerto! Se acercó al mostrador para sacar la tarjeta de embarque. Le entregó a la azafata el billete, ella lo leyó atentamente y llamó al supervisor. Hablaban entre ellos. Le miraban. Al final, la azafata amablemente le dijo con una linda sonrisita, que por exceso de tráfico aéreo se había cancelado su vuelo. El hombre se encogió de hombros y le dio las gracias sin entender qué podía haber pasado. Dobló cuidadosamente el billete, lo guardó en la gabardina y salió por una puerta en la que estaba escrito: Le esperamos de nuevo en el Museo de Aviación. Gracias por su visita. Y tomó un taxi de regreso.


Alzheimer III

Sonó el despertador a las nueve de la mañana. Se levantó muy contento y vio su maleta preparada al lado de la cama. Se duchó, se afeitó canturreando delante del espejo; se vistió, chequeó el billete, se puso su mejor abrigo y cogió la maleta. Con ella en la mano dio varias vueltas por la habitación; se sentó en la silla, se puso a pensar y, al final, con una mueca de resignación en el rostro, dejó la maleta en el suelo y se sentó en la cama. No recordaba lo que tenía que hacer esa mañana. Ni siquiera recordó qué día era.